Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Ha levantado para nosotros un cuerno de salvación en la casa de su siervo David, (1.68-69)
tal como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde antiguo: (1.70)
Salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecen, (1.71)
para hacer misericordia con nuestros padres (1.72a)
para acordarse de su santo pacto. (1.72b)
Este es el juramento que juró (1.73a)
a Abraham nuestro padre, para concedernos que, (1.73b)
una vez rescatados de las manos de los enemigos, le sirvamos sin temor, en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días. (1.74-75)
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para preparar sus caminos; (1.76)
para dar a su pueblo conocimiento de salvación en el perdón de sus pecados; a causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que la luz de la aurora nos visitará de lo alto; para alumbrar a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz. (1.77-79)
Fuente desconocida.