En Juan 1.14, cuando dice que el Verbo 'habitó entre nosotros', la palabra griega es literalmente, 'puso su tabernáculo entre nosotros.' Las siguientes palabras dicen 'Y hemos contemplado su gloria'. La imagen es del desierto, cuando Dios habitó entre los Israelitas y vieron su gloria. Jesús cumple el propósito del tabernáculo, y del templo que reemplazó al tabernáculo, porque Dios mora entre su pueblo por medio de él, y vemos la gloria de Dios por medio de él. Jacob recibió una visión en Génesis 28.12 de una escalinata con ángeles subiendo y bajando. Esta visión fue en Betel, que significa 'casa de Dios'. Es en el mismo pasaje que Jacob le da ese nombre a ese lugar (Génesis 28.17). En Juan 1.51 Jesús dice, 'Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.' Jesús es la verdadera 'casa de Dios', y reemplaza el templo, la casa de Dios en Jerusalén. En Juan 2.14-22 Jesús visita el templo en Jerusalén. Los otros Evangelios ponen este suceso durante la última semana de la vida terrenal de Jesús. Pero el Evangelio de Juan lo pone casi al inicio del ministerio de Jesús, para llamar nuestra atención al tema del templo desde el inicio. En 2.19 Jesús declara que si destruyeran el templo, Jesús lo levantará en tres días. Juan explica en versículo 21 que Jesús se refería a su cuerpo. Si lo mataran, él se resucitaría en tres días. Todo esto nos muestra que Jesús percibía a si mismo como un nuevo templo. En Juan 4.19-24 Jesús conversa con la mujer samaritana. Jesús profetiza que habrá un día en que nadie adorará a Dios en los lugares sagrados, ni en el monte Gerizim, donde adoraban los Samaritanos, ni en la ciudad de Jerusalén, donde adoraban los Judíos. Los verdaderos adoradores de Dios lo adorarán 'en E/espíritu y en verdad'. Con esto vemos que el culto del templo en Jerusalén será reemplazado con un culto que no está atado a un lugar específico. Jesús, como nuevo templo, mora en cada creyente, y los Cristianos pueden adorar en cualquier parte del mundo. Los Cristianos no necesitan tener un templo o hacer un peregrinaje a Jerusalén para adorar a Dios directamente. En capítulos 7-8, Jesús está en el templo en Jerusalén, y se proclama el cumplimiento de la fiesta de tabernáculos que se realizaba en el templo (ve nuestra sección 'Las fiestas judías en Juan'). En Juan 10.22-39 Jesús, nuevamente en el templo, se proclama el cumplimiento de la fiesta de dedicación (Hanuka), que se realizaba en el templo. En Juan 11.48-52, Caifás enfatiza la necesidad de ejecutar a Jesucristo para que el templo y la nación no sean destruidos. El lector sabe que, años después de la profecía de Caifás, el templo fue destruido y la nación dispersa, a pesar de la ejecución de Jesús. Pero Jesús fue resucitado y vindicado por Dios. Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Hay muchos pasajes en los cuales el Evangelio de Juan enfatiza el tema del templo: +
En el Evangelio de Juan, vemos a Jesús como un nuevo templo, que reemplaza el templo en Jerusalén (que con mayor probabilidad ya había sido destruido cuando Juan escribió este Evangelio). Jesucristo es el cumplimiento y el reemplazo de las fiestas y los sacrificios que se realizaban en ese templo. Y puesto que Jesucristo mora en y entre sus seguidores por medio de su Espíritu, ya no hay necesidad de templos y lugares santos. Tenemos acceso directo con Dios por medio de él, dondequiera que estemos.
Fuente: Kostenberger, 422-435. Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.