Instrucciones
Juan el bautista bautizaba con agua: Jesús convirtió el agua en vino: Jesús caminó sobre el agua: Agua y sangre fluyeron del costado de Jesús en su muerte: Jesús relacionaba el Espíritu Santo con el símbolo del agua (las referencias en capítulo 4 se explican más adelante en 7.37-39): Referencias no teológicas al agua: Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Notas introductorias: Dos veces se usa el título arameo 'Mesías', y lo identifica con el título griego 'Cristo': Juan el bautista dijo que no era el Cristo: Los personajes preguntan, especulan y hacen afirmaciones acerca del Cristo, y la posibilidad de que Jesús es él: Hay dos comentarios del narrador acerca del Cristo: Juan el bautista acerca del Hijo de Dios: Los discípulos acerca del Hijo de Dios: Los líderes religiosos acerca del Hijo de Dios: El narrador del Evangelio acerca del Hijo de Dios: Jesús acerca del Hijo de Dios: Comentarios iniciales: Juan el bautista negó que era el Profeta que los Judíos esperaban: Las personas debatían y preguntaban si Jesús pudiera ser el Profeta que esperaban: La mujer samaritana reconoció a Jesús como un profeta: Jesús indicó que era profeta: Referencias a los profetas del Antiguo Testamento: Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Se menciona el reino de Dios o de Jesús sólo tres veces, en contraste con los Evangelios sinópticos, donde el reino de Dios es el tema prinicipal de la proclamación de Jesús: Sin embargo, la palabra 'rey' se menciona muchas veces en Juan: Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. El diablo se menciona en Juan siete veces, con cuatro diferentes nombres o títulos: diablo, Satanás, y el maligno, y el príncipe de este mundo. Los fariseos son hijos del diablo, un mentiroso: Referencias al príncipe de este mundo: El diablo motivó a Judas: Jesús menciona al maligno en su oración por sus discípulos: Jesús fue acusado de ser poseído por un demonio: Debemos notar también, el uso de la palabra 'diablo' para referirse a un ser humano: Es digno de mencionar en este contexto que el Evangelio de Juan no relata ningún exorcismo como en los Evangelios sinópticos. Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Dos afirmaciones teológicas acerca de las Escrituras: La citación de las Escrituras y su cumplimiento: La hora de Jesús: Profecías acerca de otras 'horas' importantes: Expresiones no teológicas acerca de la hora: El diablo es el 'príncipe de este mundo': Los adversarios de Jesús eran del mundo: El mundo como un contexto malo y dañino: El mundo será juzgado, y en un sentido, Jesús vino a juzgar al mundo: Pero Jesús en otro sentido no vino para juzgar al mundo, sino para revelar la verdad al mundo, y para salvarlo: Jesucristo es la luz del mundo: Jesucristo fue enviado al mundo por su Padre, vino al mundo, y estaba a punto de regresar al mundo: El Espíritu Santo y el mundo: Jesús se reveló a sus discípulos, los apartó para que ya no fueran del mundo, y el mundo los aborrece. Pero Jesús envió a sus discípulos al mundo, para testificar al mundo: Expresiones no teológicas donde se habla del mundo como 'todo el público' o 'toda la creación': Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Los que son 'culpables de pecado': Los que pecan / hacen lo malo / practican el pecado: Obras malas: El peligro de morir en el pecado: El Espíritu Santo convencerá a los pecadores de su pecado: Quitar, perdonar los pecados: Exhortaciones a no volver a pecar: Jesús fue acusado de ser un pecador: El ciego fue acusado de ser un pecador por los fariseos en capítulo 9: Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. La salvación se menciona una sola vez: Jesús como Salvador se menciona una sola vez: Jesús desea salvar a las personas: El Padre no debe 'salvar' a Jesús de su hora de sufrimiento: Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Juan se refiere a los milagros de Jesús como señales en el Evangelio, y parece empezar una lista, pero al final no lo hace. Debemos notar que muchos comentadores han buscado una serie de siete señales, y han debatido sobre lo que deben incluir en esta lista. Consulta nuestro material de 2021, Las señales en Juan Los líderes religiosos buscaban señales: Hay varias referencias a la relación entre la fe, los milagros, y las multitudes: El narrador dice que Jesús hizo muchos otros milagros:La teología y los temas de Juan
El agua en Juan
1.26 —Yo bautizo con agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen, 1.31 Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua.» 1.33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo.” 3.23 También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua. Así que la gente iba para ser bautizada. 2.7 Jesús dijo a los sirvientes: —Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde. 2.9 El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. 4.46 Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 6.19 Habrían remado unos cinco o seis kilómetros cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. 19.34 uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua. 3.5 —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios—respondió Jesús—. 4.10-11 —Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua—contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida. —Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? 4.13-15 —Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed—respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. —Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla. 7.37-39 En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. 4.7-9 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo: —Dame un poco de agua. Pero como los judíos no usan nada en común con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana? 5.7 —Señor—respondió—, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo, otro se mete antes. 13.5 Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. 21.7 —¡Es el Señor!—dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua. La Cristología: El Cristo, el Mesías, en Juan
1.41 Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo). 4.25 —Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo—respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. 1.20 No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo. 1.25 lo interrogaron: —Pues si no eres el Cristo, ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas? 3.28 Ustedes me son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.” 1.41 Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo). 4.25 —Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo—respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. 4.29 Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo? 7.26-27 Ahí está, hablando abiertamente, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es el Cristo? Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia.» 7.31 Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?» 7.41-42 Otros afirmaban: «¡Es el Cristo!» Pero otros objetaban: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea? ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?» 10.24 Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: —¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo con franqueza. 11.27 —Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo. 12.34 —De la ley hemos sabido—le respondió la gente—que el Cristo permanecerá para siempre; ¿cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? 9.22 Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya éstos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo. 20.31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida. La Cristología: El Hijo de Dios en Juan
1.34 Yo lo he visto y por eso testifico que éste es el Hijo de Dios.» 1.49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!—declaró Natanael. 11.27 —Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo. 19.7 —Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios—insistieron los judíos. 20.31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida. 3.18 El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. 5.25 Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 10.36 ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan sólo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”? 11.4 Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado.» La Cristología: El Hijo del hombre en Juan
1.51 —Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre. 3.13-15 Nadie ha subido jamás al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 5.27 y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre. 6.27 Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación. 6.53 —Ciertamente les aseguro—afirmó Jesús—que si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. 6.62 ¿Qué tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba? 8.28 Por eso Jesús añadió: —Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. 9.35 Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre, y al encontrarlo le preguntó: —¿Crees en el Hijo del hombre? 12.23 —Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado—les contestó Jesús—. 12.34 —De la ley hemos sabido—le respondió la gente—que el Cristo permanecerá para siempre; ¿cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? 13.31 Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo: —Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. La Cristología: El Profeta, los profetas en Juan
1.21 —¿Quién eres entonces?—le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías? —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No lo soy. 1.25 lo interrogaron: —Pues si no eres el Cristo, ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas? 6.14 Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.» 7.40 Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente éste es el profeta.» 7.52 —¿No eres tú también de Galilea?—protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta. 9.17 Por eso interrogaron de nuevo al ciego: —¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos. —Yo digo que es profeta—contestó. 4.19 —Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta. 4.44 (pues, como él mismo había dicho, a ningún profeta se le honra en su propia tierra). 1.23 —Yo soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”—respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías. 1.45 Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas. 6.45 En los profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios.” En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él, viene a mí. 8.52-53 —¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado!—exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que si alguno guarda tu palabra, nunca morirá. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú? 12.38 Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje, y a quién se le ha revelado el poder del Señor?» La Cristología: El Rey, el reino en Juan
3.3 —De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios—dijo Jesús. 3.5 —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios—respondió Jesús—. 18.36 —Mi reino no es de este mundo—contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo. 1.49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!—declaró Natanael. 6.15 Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo. 12.13 tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando a voz en cuello: —¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el Rey de Israel! 12.15 «No temas, oh hija de Sión; mira, que aquí viene tu rey, montado sobre un burrito.» 18.33 Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. —¿Eres tú el rey de los judíos?—le preguntó. 18.37 —¡Así que eres rey!—le dijo Pilato. —Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. 18.39 Pero como ustedes tienen la costumbre de que les suelte a un preso durante la Pascua, ¿quieren que les suelte al “rey de los judíos”? 19.3 —¡Viva el rey de los judíos!—le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo. 19.12 Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente: —Si dejas en libertad a este hombre, no eres amigo del emperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo. 19.14-15 Era el día de la preparación para la Pascua, cerca del mediodía. —Aquí tienen a su rey—dijo Pilato a los judíos. —¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!—vociferaron. —¿Acaso voy a crucificar a su rey?—replicó Pilato. —No tenemos más rey que el emperador romano—contestaron los jefes de los sacerdotes. 19.19 Pilato mandó que se pusiera sobre la cruz un letrero en el que estuviera escrito: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos.» 19.21 —No escribas “Rey de los judíos”—protestaron ante Pilato los jefes de los sacerdotes judíos—. Era él quien decía ser rey de los judíos. El diablo y los demonios en Juan
8.44 Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! 12.31 El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 14.30 Ya no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí 16.11 y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. 13.2 Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. 13.27 Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en él. —Lo que vas a hacer, hazlo pronto—le dijo Jesús. 17.15 No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. 7.20 —Estás endemoniado—contestó la multitud—. ¿Quién quiere matarte? 8.48 —¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado?—replicaron los judíos. 8.49 —No estoy poseído por ningún demonio—contestó Jesús—. Tan sólo honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran a mí. 8.52 52 —¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado!—exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que si alguno guarda tu palabra, nunca morirá. 10.20-21 Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?» Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?» 6.70 —¿No los he escogido yo a ustedes doce?—repuso Jesús—. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Las Escrituras en Juan
5.39 Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! 10.35-36 Si Dios llamó “dioses” a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? 2.22 Así, pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús. 5.39 7.38 De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. 7.42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?» 10.35-36 Si Dios llamó “dioses” a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? 12.14-15 Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura: «No temas, oh hija de Sión; mira, que aquí viene tu rey, montado sobre un burrito.» 13.18 No me refiero a todos ustedes; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla.” 17.12 Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. 19.24 —No la dividamos—se dijeron unos a otros—. Echemos suertes para ver a quién le toca. Y así lo hicieron los soldados. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: «Se repartieron entre ellos mi manto, y sobre mi ropa echaron suertes.» 19.28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed. 19.36-37 Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso» y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado.» 20.9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. La hora, la hora de Jesús en Juan
2.4 —Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo?—respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora. 7.30 Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora. 12.23 —Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado—les contestó Jesús—. 12.27 Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! 13.21 Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 17.1-2 Después de que Jesús dijo esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti, ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado. 4.21 —Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 4.23 Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 5.25 Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 5.28 »No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz... 16.25 Les he dicho todo esto por medio de comparaciones, pero viene la hora en que ya no les hablaré así, sino que les hablaré claramente acerca de mi Padre. 16.32 Miren que la hora viene, y ya está aquí, en que ustedes serán dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo. 4.52-53 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron: —Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre. Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Así que creyó él con toda su familia. 13.2 Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. El mundo en Juan
12.31 El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 14.30-31 Ya no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí, pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga. »¡Levántense, vámonos de aquí! 16.11 y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. 7.7 El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. 8.23 —Ustedes son de aquí abajo—continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 12.25 El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. 14.27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. 9.39 Entonces Jesús dijo: —Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos. 12.31 El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 1.29 Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 3.16-17 Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 4.42 —Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste—le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo. 6.33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. 6.51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva. 12.46-47 Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. »Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo. 18.36-37 —Mi reino no es de este mundo—contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo. —¡Así que eres rey!—le dijo Pilato. —Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. 1.9-10 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. 3.19 Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. 8.12 Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 9.5 Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. 11.9 —¿Acaso el día no tiene doce horas?—respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo. 12.46-47 Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. »Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo. 6.14 Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.» 8.26 Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo. 10.36 ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan sólo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”? 11.27 —Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo. 13.1 Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 14.19 Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. 16.28 Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre. 17.11 Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. 17.18 Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. 14.17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. 16.8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; 14.22 Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo? 15.18-19 »Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece. 16.20-21 Ciertamente les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. La mujer que está por dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento, pero en cuanto nace la criatura se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser. 16.33 Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. 17.5-6 Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera. »A los que me diste del mundo les he revelado quién eres. Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra. 17.9 Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque son tuyos. 17.13-16 Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud. Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. 17.18 Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. 17.21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 17.23-25 yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo. Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. 7.4 porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. 12.19 Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, así no vamos a lograr nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!» 18.20 —Yo he hablado abiertamente al mundo—respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada. 21.25 Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero. El pecado en Juan
9.41 Jesús les contestó: —Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero como afirman que ven, su pecado permanece. 15.22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado. 15.24 Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto, y sin embargo a mí y a mi Padre nos han aborrecido. 19.11 —No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba—le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande. 3.20 Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. 5.29 y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. 8.34 —Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado—respondió Jesús—. 3.19 Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. 7.7 El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. 8.21 De nuevo Jesús les dijo: —Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir. 8.24 Por eso les he dicho que morirán en sus pecados, pues si no creen que yo soy el que afirmo ser, en sus pecados morirán. 16.8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; 16.9 en cuanto al pecado, porque no creen en mí; 1.29 Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 20.23 A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados. 5.14 Después de esto Jesús lo encontró en el templo y le dijo: —Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor. 8.11 —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar. 8.7 Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. 8.46 ¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? 9.16 Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos. 9.24 Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron: —¡Da gloria a Dios! A nosotros nos consta que ese hombre es pecador. 9.25 —Si es pecador, no lo sé—respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo. 9.34 Ellos replicaron: —Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron. La salvación en Juan (versículos)
4.22 Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. 4.42 —Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste—le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo. 3.17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 5.34 Y no es que acepte yo el testimonio de un hombre; más bien lo menciono para que ustedes sean salvos. 10.9 Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. 12.47 Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo. 12.27 Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! La sangre en Juan
1.13 Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios. 6.53-6.56 —Ciertamente les aseguro—afirmó Jesús—que si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. 19.34 sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua. Las señales en Juan (versículos)
2.11 Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él. 4.54 Ésta fue la segunda señal que hizo Jesús después de que volvió de Judea a Galilea. 2.18 Entonces los judíos reaccionaron, preguntándole: —¿Qué señal puedes mostrarnos para actuar de esta manera? 6.30 —¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer?—insistieron ellos—. 2.23 Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. 3.2 Éste fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí—le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él. 4.48 —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios—le dijo Jesús. 6.2 Y mucha gente lo seguía, porque veían las señales milagrosas que hacía en los enfermos. 6.14 Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.» 6.26 —Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse. 7.31 Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?» 9.16 Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos. 10.41 Mucha gente acudía a él, y decía: «Aunque Juan nunca hizo ninguna señal milagrosa, todo lo que dijo acerca de este hombre era verdad.» 11.47 Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron a una reunión del Consejo. —¿Qué vamos a hacer?—dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. 12.18 18 Muchos que se habían enterado de la señal realizada por Jesús salían a su encuentro. 12.37 A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales en presencia de ellos, todavía no creían en él. 20.30-31 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida.